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La resistencia viscosa. 8 formas de oponerse silenciosamente a los cambios.

compromiso empresarialEntre los individuos que se resisten al cambio en una gran organización, o quieren sabotear un proyecto, la  que mejores resultados suele dar es la resistencia viscosa.

Consiste en no oponerse frontalmente a nada pero generar tal viscosidad alrededor de los que intentan llevar adelante el proyecto que éstos acaban agotados del esfuerzo, como si tuvieran que nadar en una piscina de .

Es una técnica inteligente, porque nadie puede acusar de sabotear, e incluso puede haber apariencia de colaboración, de tal manera que alguien ingenuo puede tardar mucho en darse cuenta de que un supuesto colaborador en realidad lleva tiempo trabajando en contra del proyecto.

No porque ninguno de mis lectores la vaya a aplicar, sino para que podáis detectarla si os la aplican, os detallo algunas técnicas:

1. Implicar en el proyecto a unidades no interesadas en él

Se hace bajo la apariencia de “colaboración” o “apertura” o alegando que esas unidades tienen información relevante. El hecho de que no tengan interés, provoca que sea prácticamente imposible encontrar huecos para reuniones, que la persona asignada no tenga relevancia y por tanto su papel se limite a decir “transmitiré a mi jefe  esto”, que no realicen las tareas que se les asignen…

2. Apelar a la normativa

¿Ley de  de datos? ¿riesgos laborales? ¿ISO 9001? ¿ITIL? Cualquier excusa es buena para plantear que la iniciativa hay que estudiarla con más , analizar sus implicaciones más profundas, valorar qué problemas puede encontrar la organización antes de lanzarse a la aventura…

3. Llevar el tema al departamento jurídico

¿Hay un abogado en la organización? Es un aliado  para bloquear cualquier iniciativa. Si se le implica en ella, él solito se encargará de agotar la paciencia de cualquiera que pretenda mover un dedo.

4. Parálisis por análisis

Ante cualquier propuesta, buscar al menos dos o tres alternativas. Que todas ellas pueden ser más o menos razonables, pero cada decisión implica análisis, pruebas, recabar más información, reuniones, consenso… retrasos.

5. Posponer las tareas

Esperar hasta el último momento para entregar algo, y luego poner una excusa por la cual no se ha podido cumplir el calendario previsto. Si hay alguna tarea que no tiene fecha límite, posponerla indefinidamente.

6. Generar tareas secundarias que se encargan a terceros

Cuanta más gente implicada, más probable es que alguien falle. Si el saboteador es hábil y consigue involucrar a holgazanes de reconocido prestigio, puede permitirse el lujo, además, de cumplir con sus tareas y quejarse de lo poco que colabora el resto.

7. Iniciativas espontáneas

Consiste en aportar ideas que “enriquecen” el proyecto. No hay que hacer al principio, porque entonces pierden la gracias. Se trata de que vayan apareciendo de vez en cuando, para distraer al  del objetivo esencial. El líder del proyecto a lo mejor acaba reconociéndolas como lo que son, pero alguien habilidoso puede enganchar a otros el tiempo suficiente como para distraerlos durante un tiempo con cada iniciativa.

8. Guerra de competencias

Es una de las armas más potentes, por eso la dejo para el final. No hay nada que pueda bloquear una iniciativa como una guerra de competencias entre dos o más jefes. En función del lado en el que esté, el jefe implicado adoptará la postura de “quién se ha creído que es este para meterse en mi huerto” o bien la de “ese neandertal incapaz de evolucionar no me va a parar a mí esta iniciativa”. En cualquier caso, una vez desatada las fuerzas se dirigen contra el enemigo, y no para impulsar el proyecto.

 

¿Quién escribe esto?

Soy Borja Prieto y escribo este blog para ayudarte a crear tu empresa, aprovechando al máximo tus recursos y procurando evitar los errores que otros hemos cometido.

 

La resistencia viscosa. 8 formas de oponerse silenciosamente a los cambios

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